¿Por qué mi hijo con TDAH come sin parar?
- Malena Padres Positivos
- 16 nov
- 3 Min. de lectura
Cuando trabajo con las familias, algunas me dicen frases como:
“Mi hijo come sin parar”
“Cuando está ansioso busca comida”
“No logra detenerse”
“Siento que usa la comida para calmarse”.
Durante mucho tiempo se pensó que estas conductas eran simplemente falta de límites o de fuerza de voluntad. Hoy sabemos que no es así.

Una revisión sistemática de alta calidad, que analizó más de 400 estudios científicos, mostró que existe una relación fuerte entre el TDAH y la conducta alimentaria desregulada, especialmente la compulsiva.
Pero lo más importante no es la asociación. Lo crucial es comprender qué lo causa. Y la ciencia lo deja claro: no es la comida, es la regulación emocional.
¿Qué encontró esta revisión científica?
De 403 artículos revisados, 41 cumplieron criterios rigurosos. Y los resultados fueron interesantes:
👉 38 estudios encontraron una asociación significativa entre los síntomas del TDAH y las conducta alimentarias desordenadas o compulsivas, entre las que se incluían:
atracones
purgas
pérdida de control al comer
comer para regular emociones
sobrealimentación emocional
preocupación constante por la comida
fuerte deseo o urgencia por comer
Además, algunos estudios longitudinales mostraron algo clave:
Para muchos niños, la relación difícil con la comida no aparece de la nada, sino que es parte del mismo perfil neurobiológico del TDAH.
¿Cuál es la pieza clave de por qué mi hijo con TDAH come sin parar?
Ocho estudios dentro de esta revisión demostraron una pieza clave:
👉 Emociones intensas como frustración, tristeza, ansiedad y la desregulación emocional median la relación entre TDAH y alimentación compulsiva.
Dicho de forma simple:
TDAH → emociones intensas → impulsividad → comer para calmarse
Las personas con TDAH tienen mayor probabilidad de experimentar:
emociones intensas
estrés
ansiedad
urgencia emocional
dificultad para tolerar malestar
Y cuando no pueden regular esas emociones, lo que buscan es alivio inmediato.
La comida como los dulces, harinas, snacks ofrece eso: una recompensa rápida, dopamina, alivio momentáneo.
No es antojo. No es malcriadez. Es neurobiología.
El papel del cerebro: impulsividad, dopamina y recompensa
La investigación muestra que el TDAH y la conducta alimentaria compulsiva comparten mecanismos cerebrales. La disfunción dopaminérgica hace que las personas con TDAH busquen recompensas rápidas, y la comida funciona como una recompensa natural que busca calmar la tensión interna.
Además, una función más débil de la corteza orbitofrontal dificulta el control de impulsos, facilitando atracones o purgas.
¿Todos los niños con TDAH comen igual?
Los estudios indican que la relación entre TDAH y alimentación varía según:
género,
tipo de síntoma predominante (impulsividad o inatención),
tipo de trastorno alimentario.
Por ejemplo, la impulsividad se relaciona más con la pérdida de control al comer (atracones) mientras que la inatención se asocia a comer sin darse cuenta o confundir aburrimiento con hambre.
Las niñas parecen mostrar mayor tendencia a alimentación emocional.
La investigación aún no permite una conclusión definitiva sobre cuál síntoma pesa más, pero sí deja claro que la combinación de inatención + impulsividad aumenta el riesgo.
¿Qué significa esto para las familias?
Esta investigación tiene implicancias prácticas muy importantes para las familias:
Entender que no es un problema de "falta de límites", ni de carácter, ni de mala crianza, es un patrón neuroemocional.
La comida compulsiva es un síntoma, no el problema central. El problema central es: ✔ regulación emocional ✔ impulsividad ✔ afectividad negativa
Intervenir temprano puede prevenir trastornos alimentarios en la adolescencia, sobre todo en niños que ya muestran impulsividad alimentaria.
El tratamiento más eficaz no es controlar la comida, sino:
enseñar autorregulación
trabajar tolerancia al malestar
fortalecer funciones ejecutivas
apoyar emocionalmente
reducir la culpa
Estrategias prácticas que ayudan en casa
Basadas en la evidencia:
Rutinas alimentarias predecibles. El cerebro del TDAH necesita estructura externa.
Identificar el hambre emocional vs el hambre real. Esto se puede lograr con preguntas simples: ¿tu cuerpo necesita comida o tu corazón necesita calma?
Enseñar pausa emocional, respirar, hidratarse, moverse, cambiar de ambiente.
Cuidar el entorno. Evitar exposición constante a alimentos gatillo (galletas, postres, pastas, snacks, etc).
Cero etiquetas: No decir "comelón”, “tragona”, “no te controlas”.
Acompañar sin juicio, la vergüenza empeora la compulsión.
Reflexión final: la comida no es el enemigo, es la señal.
Este estudio deja una lección clara:
👉 La alimentación compulsiva en el TDAH no es falta de voluntad, sino una forma de manejar emociones intensas sin recursos internos suficientes.
Fortalecer la regulación emocional y el acompañamiento positivo permite que los niños dejen de recurrir a la comida como refugio y desarrollen un mayor control interno y bienestar emocional a largo plazo.
Cuando acompañamos a nuestros hijos a organizar su mundo interno, la comida deja de ser un refugio… y ellos empiezan a sentirse más en control de sí mismos.
Malena Huamán
Referencia bibliográfica
El Archi, S., Cortese, S., Ballon, N., Réveillère, C., De Luca, A., Barrault, S., & Brunault, P. (2020). Negative Affectivity and Emotion Dysregulation as Mediators between ADHD and Disordered Eating: A Systematic Review. Nutrients, 12(11), 3292. https://doi.org/10.3390/nu12113292






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